sábado, 19 de julio de 2014

La guerra en la inhóspita jungla de Nueva Guinea

http://www.abc.es/  19/07/2014

Durante cuatro largos años ese fue el panorama con el que se encontraron japoneses y aliados: australianos, estadounidenses -y algunas unidades locales- en los combates en la jungla de Nueva Guinea.
Segunda mayor isla del mundo, casi un continente en sí misma, fue escenario de una de las campañas más fieras y, sin embargo, más desconocidas de la Segunda Guerra Mundial. Recorrida en su mitad oriental por las cordilleras Owen Stanley y Bismarck, pocos lugares podían ser más inhóspitos para la lucha y la guerra moderna.
En medio de la jungla más espesa, sin ninguna carretera digna de tal nombre, todos los suministros tenían que ser transportados por los soldados a sus espaldas o mediante mulas, salvo en las escasas áreas abiertas en que podían ser suministrados desde el aire o en las bases costeras y sus aeródromos: Buno, Gona. Lae, Finschafen, etc…, que se convirtieron automáticamente en los objetivos prioritarios de una lucha sin cuartel.
Lo accidentado del terreno influyó directamente en las características de los combates: nada de grandes movimientos de tropas, ni uso masivo de artillería pesada o grupos de carros de combate…
Tan solo luchas sin cuartel de batallones o regimientos que se enfrentaban entre sí a cortas distancias, en pequeñas unidades, en las que cobraban especial importancia las patrullas para localizar al enemigo -tarea siempre difícil en un medio tan propicio para el camuflaje- y en las que las emboscadas por uno y otro bando eran una constante. Todo ello añadido a la invisible y permanente amenaza de la malaria que provocó más del doble de bajas que los proyectiles…
A pesar del modesto volumen de tropas empleadas en comparación con otros frentes, el significado estratégico de la campañafue crucial. Su situación, puente entre Australia y las Indias Orientales Holandesas, resultaba clave para los objetivos del Japón: la posesión de Nueva Guinea permitía estrangular las líneas marítimas hacia Australia y constituía un excelente y gigantesco baluarte defensivo a la hora de preservar las recién adquiridas conquistas del Imperio del Sol Naciente.
Presentes en diversos puntos de la isla desde enero-marzo de 1942, los japoneses intentan tomar la capital, Port Moresby, y convertirla en base avanzada mediante un desembarco que se verá frustrado como consecuencia del resultado de la confusa Batalla del Mar del Coral (mayo de 1942).
Incapaces pues del asalto desde el mar, los japoneses, firmemente asentados en la costa noreste de la isla, tendrán que avanzar a través de la jungla y las montañas si quieren alcanzar el sur de Nueva Guinea. Entre julio y diciembre, las fuerzas al mando del general Hatazo Adachi intentan abrirse paso a lo largo de la denominada pista Kokoda —un simple sendero a través de las montañas—, la única que comunica la costa norte y sur de la isla.
En una lucha épica, con continuos cambios de iniciativa, las tropas australianas, más tarde reforzadas por unidades estadounidenses —dirigidas ambas por el general Mac Arthur— y con mayor apoyo aéreo, logran prevalecer y alejar la amenaza de Port Moresby. Las fuerzas niponas quedan relegadas a sus posiciones de inicio, pero los aliados se ven incapaces de desalojarlas de ellas. Los combates de Kokoda tienen un significado psicológico clave, al igual que lo han sido los de Guadalcanal:desmontar el mito de la inferioridad de la infantería aliada en la lucha en la jungla.
Los posteriores intentos japoneses por reforzar de forma efectiva su guarnición en Nueva Guinea fracasan —Batalla de las Bismarck— ante el poderío de las marinas y aviación aliadas. La respuesta nipona a las derrotas navales —Operación I-Go, en abril de 1943— es un revés estratégico completo. Tras ello, aunque se seguirán sucediendo continuas batallas aeronavales con resultado alterno, la iniciativa está ya en el bando aliado... A partir de mediados de 1943, las fuerzas japonesas se ven forzadas a pasar a la defensiva.
El alto mando aliado lanza su contraofensiva en el mes de junio: la operación Cart Wheel, con dos direcciones de avance: Nueva Guinea y las Salomón, y un único objetivo: neutralizar la amenaza japonesa en la zona. Las operaciones se extenderán hasta 1944.
Los aliados probarán la táctica del «salto de rana», que después se utilizará en el Pacífico en el avance hacia Japón: las guarniciones japonesas más potentes son aisladas —se saltan— y las tropas solo tomarán al asalto aquellas islas o bases que sean imprescindibles.
Las operaciones concluyen de forma exitosa. Pero entre 1944 y 1945, y hasta el final de la guerra, con la amenaza japonesa totalmente neutralizada, seguirán, sin embargo, los combates terrestres en Nueva Guinea. Operaciones de limpieza en su mayor parte, en las que, de todas formas, los aliados seguirán teniendo que luchar contra la férrea determinación del soldado japonés de no rendirse independientemente de las circunstancias.
 

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