domingo, 27 de diciembre de 2009

Los humanos primitivos comían cereales procesados hace 100.000 años en África

Herramientas de la edad de piedra para procesar cereales descubiertas en la cueva de Ngalue (Mozambique)- GRADY SEMMENS/U.CALGARY

EL PAIS.es 22/12/2009
Unos restos de sorgo hallados en Mozambique son la prueba más antigua del consumo de granos por parte del "Homo sapiens".
El consumo de cereales salvajes por parte de los humanos primitivos es mucho más antiguo de los que se creía, a la vista de unos restos de sorgo descubiertos en un yacimiento arqueológico de Mozambique y datados en 100.000 años, un tiempo en el que hasta ahora se pensaba que el Homo Sapiens sería más bien recolector de frutos secos y frutas.
El arqueólogo Julio Mercader (Universidad de Calgary, Canadá) ha encontrado abundantes residuos de grano en unos instrumentos de piedra que estaban en la cueva de Ngalue y explica en la revista Science que debe ser harina de sorgo salvaje, lo que implica que aquellos humanos habían incorporado estos productos a la dieta. Es la prueba directa más antigua del consumo humano de cereales preagrícolas en el mundo, afirma el investigador.
"Este hallazgo ensancha el marco temporal del uso de semillas de gramíneas por parte de nuestra especie y es una prueba de una dieta variada y sofisticada mucho antes de lo que pensábamos", afirma Mercader. "Fue durante la Edad de Piedra, en una época en que se creía que la recolección de granos salvajes sería una actividad irrelevante, marginal en comparación con las raíces, los frutos secos y las frutas". Según el investigador, las evidencias halladas ahora Mozambique son equiparables a las pruebas de consumo de cereales por parte de los cazadores recolectores en muchas partes del mundo hace unos 12.000 años, solo que en este caso se trata de restos de 90.000 años más.
En la profundidad de la cueva, Mercader ha hallado docenas de instrumentos de piedra, huesos de animales y restos de plantas, lo que apunta hacia prácticas de alimentación en el lugar por parte de aquellos humanos primitivos, explica la Universidad de Calgary en un comunicado. La presencia de harina y de herramientas para moler indica que se llevaba el sorgo a la cueva para ser procesado.
"Se considera que el consumo de harina representa un paso crítico en la evolución humana por lo que supone de mejora de la calidad de la alimentación en la savana y en la selva africana, donde evolucionaron los humanos modernos", explica Mercader. Su hallazgo "puede ser unos los ejemplos más tempranos de esta transformación de la dieta". Es la complejidad técnica y la manipulación culinaria que los cereales exigen para su ingestión lo que hace que su uso sea un paso crítico en la historia de la humanidad.

sábado, 26 de diciembre de 2009

El torpe Lawrence de Arabia alemán

Retrato de Frobenius

Arriba, Leo Frobenius (primero por la izquierda) y su grupo ataviados como árabes cruzando el mar Rojo. Al lado, retrato de Frobenius como explorador y embarque de camellos de la expedición 1914-1915.- FROBENIUS INSTITUTE

JACINTO ANTÓN Elpaís.es 21/12/2009
Tenía grandes deseos de notoriedad, un temperamento megalómano y despótico, despreciaba a los pueblos a los que pretendía sublevar, ni siquiera hablaba sus idiomas, sus mapas eran deplorables y además se disfrazaba fatal. No es raro que resultara un más que discutible agente secreto y que su misión de levantar tribus y naciones contra los enemigos de Alemania en los tiempos de la I Guerra Mundial, para crear un nuevo foco bélico en África del Noreste, acabara en un total fiasco. Pero la aventura de Leo Frobenius, alias Abdul Kerim Pachá, y su descabellado plan, que acaba de salir al conocimiento público, de encender en llamas Abisinia y Sudán contra los intereses británicos en la zona -en una acción que es el reverso teutón y en fracasado de la rebelión de los árabes del desierto contra los turcos atizada por el coronel T. H. Lawrence-, resulta sensacional.
El etnógrafo, arqueólogo, historiador de la cultura y explorador berlinés Leo Frobenius (1873-1938) es un personaje rodeado de luces y sombras. Por un lado es reconocido como científico de talla e incluso genio africanista, pero por el otro aparece como un estrafalario y ladino sacamuelas capaz de anunciar el descubrimiento de la Atlántida durante una expedición en 1910 a Togo o de hacerse con un valioso bronce nigeriano a cambio de una botella de whisky. Wole Soyinka ha criticado su teoría aberrante de que los africanos no tenían madurez artística suficiente para entender la belleza de sus propias creaciones y el mismísimo conde Lászlo Almásy, el explorador de El paciente inglés, estuvo a punto de llegar a las manos con él porque, tras una expedición juntos, trató de apropiarse de su descubrimiento de las maravillosas pinturas de los nadadores del Wadi Soura. Los ingleses lo acusaron de tener un abyecto deseo irrefrenable por las nativas de los países que exploraba y darse a la absenta, pero, claro, eran los ingleses. En todo caso, una de sus obras, Decamerón negro, ha tenido la dudosa fortuna de llegar al cine convertida en popular película erótica (Il Decamerone nero, 1972).
"Aunque los documentos lo reflejan como un temerario charlatán en el asunto de la insurgencia y el espionaje, la controvertida misión de Frobenius a Eritrea es una de más las apasionantes peripecias de la I Guerra Mundial en el frente del Medio Oriente y África", recalca la historiadora madrileña Rocío da Riva, de 37 años, que ha descubierto las andanzas secretas del alemán en archivos en Alemania y Gran Bretaña. Bajo el disfraz de una expedición científica, Frobenius, buen amigo personal del káiser, Guillermo II, ocultaba objetivos políticos y militares en connivencia con los servicios secretos alemanes y turcos. Debía conectar con la aislada delegación germana en Addis Abbeba, llevarle instrucciones (los alemanes pretendían alentar los planes expansivos del ras etíope Lij Iyassu y convencerle de atacar posesiones británicas, francesas e italianas) y, tras cruzar la frontera sudanesa, organizar levantamientos para amenazar la posición inglesa en Suez.
Conocida como la Vierte Deutsche Inner-Afrikanische Forschungsexpedition, que ya es nombre discreto, la misión, de unos 17 hombres, entre ellos cinco europeos, con 60.000 marcos de oro, llegó a Constantinopla en noviembre de 1914. Pasó a Siria, Palestina y la costa del mar Rojo y de allí, en Al Wajh, cruzó en febrero de 1915 al puerto eritreo de Massawa, donde, tras un periodo de intriga e incertidumbre, fue obligada a regresar por los italianos. Una de las meteduras de pata fue atribuirse rangos militares (Frobenius, el de capitán). Pese a su fracaso, Frobenius, revelan los documentos, y esto lo identifica también con Lawrence, se convirtió en una verdadera obsesión para los servicios británicos, que lo consideraban una seria amenaza y lo veían hasta en Somalilandia.
Da Riva es una prestigiosa orientalista de aspecto engañosamente frágil y mirada decidida, que hoy está aquí explicándonos la historia en un bar barcelonés (es profesora de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología en la Universidad de Barcelona), pero hace poco se encontraba copiando inscripciones neobabilónias precariamente suspendida de una cuerda en un barranco en el Líbano. La joven encontró la huella perdida de la expedición del agente secreto en los papeles del Instituto Frobenius en Francfort y confirmó el asunto en los archivos del Foreign Office. De resultas, ha publicado en una revista especializada (Wiener Zeitschrift für Kunde des Morgenlandes, número 101), el erudito y fascinante trabajo Precursor de Lawrence de Arabia: la extraña empresa de Leo Frobenius en Arabia y Eritrea (1914-1915), que ha sido incluso loado por Robert Fisk.
Hay en la aventura de Frobenius camellos, claro; viajes abracadabrantes, riesgo mortal, persecuciones, intrigas, paisajes exóticos... hasta salen el legendario crucero alemán Emden y el padre del célebre Wilfred Thesiger. Uno de los episodios mejores es cuando al cruzar el mar Rojo el dhawl en que viajan los agentes alemanes es abordado por el crucero francés Desaix: no los encuentran porque se esconden en el apestoso tanque sanitario del barco: es tentador verlo como metáfora de que la misión de los chapuceros servicios secretos imperiales, era, con perdón, una mierda. En un momento determinado, los pasos de Frobenius y Lawrence de Arabia casi se cruzan: el agente alemán viajará en los trenes de la línea de Hijaz que el valiente narcisista galés se dedicará muy poquito después a hacer saltar por los aires; de un pelo fue que no se encontraran los dos agentes, con un rifle o un revólver entre ellos.
Frobenius no es desde luego el único (ni el más adecuado) al que se le puede pegar el apelativo de Lawrence alemán. Para ser sinceros, lo hizo mucho mejor, entre otros, Wilhem Wassmuss, Wassmuss de Persia, que, vestido con ropajes del desierto, organizó en 1915 la sublevación de las tribus qasqai contra los británicos y saboteó oleoductos. Es verdad que Wassmuss, también fue algo patosillo y, ay, perdió sus códigos.

martes, 22 de diciembre de 2009

Abdelkrim: el "moro" que cambió la historia de España

Amanda Figueras 19/12/2009 Elmundo.es

Ligeramente estrábico, de inteligencia precoz, gran sentido de la diplomacia y extraordinaria capacidad para el trabajo. Es Abdelkrim El Jatabi (Axdir, 1880-El Cairo, 1963), más conocido por ser aquel 'moro amigo' de España quien años después lideraría la resistencia rifeña contra la ocupación española en Marruecos.
De él se hablaba en los años veinte, después su figura ha caído en el olvido. La historiadora María Rosa de Madariaga publica 'Abd el-Krim El Jatabi. La lucha por la independencia' (Alianza Editorial) para reivindicar su figura y romper mitos.
"Su papel para la historia de España y el mundo ha pasado inadvertido, pero es fundamental". Según explica en una entrevista con ELMUNDO.es, es un precursor de los movimientos de liberación nacional de los pueblos colonizados después de la Segunda Guerra Mundial.
Explica que las derrotas militares llevaron a la dictadura de Primo de Rivera -para acallar las voces que pedían responsabilidades tras el 'expediente del general Picasso' que daba cuenta de la incompetencia de los mandos españoles en la batalla de Annual-. De ahí vino la República -como oposición a la dictadura- e incluso la del general Francisco Franco, golpe orquestado por un grupo de militares 'africano militaristas' (de la Legión y los Regulares, cuerpos coloniales) reforzados justamente tras haber vencido al rifeño.
El magrebí, según relata De Madariaga, lo quería ver todo, estudiar todo, era muy inquieto. De ahí su ambición. Estudió en la Universidad de Al Qarawiyin (Fez), después se trasladó a Melilla y trabajó como periodista, profesor de una escuela de enseñanza primaria para hijos de marroquíes establecidos en la ciudad y fue juez.
Después, ejerció de intérprete de las Oficinas Indígenas, gracias a un puesto creado a su medida. Vivió la primera parte de su vida orientado al vecino del Norte, y la considerada como "traición" fue fruto del desencanto por las promesas incumplidas.
Abdelkrim pensaba -como su padre- que España, a la que la Conferencia de Algeciras había dado un papel predominante en la zona septentrional del país, podría contribuir mediante una importante ayuda económica y técnica al progreso del Rif.
Todo ello, en medio del ambiente convulso que vivía Marruecos en aquellos primeros años del Siglo XX, en el que había violentas reacciones contra el Majzén y los extranjeros, a los que se hacía responsables de todos los males que les aquejaban.
España ocupaba parte del norte, Francia iba sumando territorios en la región occidental a los que ya controlaba en la oriental incluso tuvo que ceder parte del Congo a Alemania a cambio de que la dejara trabajar por sus intereses en la zona-.
Abdelkrim pagaba la enemistad de las gentes de su tribu, ayudó a los españoles en varias ocasiones en la organización de desembarcos militares -estaba de acuerdo con algún modo de ocupación pacífica- que después, por diversos motivos, no se realizaron. Pero él, se quedaba sólo ante el recelo, y a veces la violencia, de los suyos.
Hasta que, frustrado, un día optó por ponerse al lado de aquellos que luchaban contra la ocupación extranjera, a pesar de que ideológicamente no estaba de acuerdo con parte de su argumento: no rechazaba la cultura occidental ni el progreso.
El libro no se olvida del lado humano del personaje, en el que la autora ha indagado de la mano de una de sus hijas, Aicha. Cuenta cómo fue su relación con ellos, con algunos, más intensa sólo durante su exilio en la Reunión y después en El Cairo.
La historiadora arremete contra quienes han escrito sobre el asunto sin hacer una investigación seria "han aportado algo, pero hay muchos que no han ido a las fuentes primarias, a los archivos. Nadie es perfecto, y es verdad que hace tiempo muchos documentos no se podían consultar, aún así no se debe repetir las cosas sin comprobarlas", explica.
Uno de los ejemplos de esta deformación es la extendida historia de que el enfado de Abdelkrim hacia España se debió a que el general Fernández Silvestre, comandante general de Melilla, le había dado una bofetada. "No fue así", aclara. Ella se ha metido a fondo en los documentos, de lo que da cuenta en el libro, en el que se reproducen decenas de ellos, como con él solicitó la nacionalidad española (lo hizo sin éxito en dos ocasiones).
"El mayor error de la percepción de España respecto a Abdelkrim es verlo como un jefe salvaje y cruel. Se le atribuyeron erróneamente las masacres de Monte Arruit, de Zeluán y Nador (regiones próximas a Melilla), sobre las que no tuvo responsabilidad directa", asegura.
Además, critica que su historia sirvió para alimentar los prejuicios del imaginario colectivo de que los magrebíes son personas traicioneras. "En España ha habido amnesia colectiva respecto a la huella de los árabes en general y de nuestra relación con Marruecos".

domingo, 20 de diciembre de 2009

Complot para negar el acceso al trono de Isabel II

EMILI J. BLASCO LONDRES ABC.es 20-12-09
Abdicó para casarse con la divorciada Wallis Simpson, pero la pareja se dejó tentar por la ambición y maniobró para recuperar el Trono y cerrar el paso a la futura Isabel II. Correspondencia ahora hallada del Duque de Windsor desvela un plan bien preparado, pero que nunca pudo ejecutarse.

«No puedo estar sentada a su lado y ver cómo el Duque de Windsor es desaprovechado», escribió su esposa en una carta conspirativa. Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial y Wallis Simpson, la estadounidense dos veces divorciada que le costó el trono a Eduardo VIII -quien fue coronado sólo por unos meses en 1936- dejaba entrever su ambición por ejercer de reina consorte del Reino Unido y los dominios británicos.
El complot estaba perfilado. El Duque de Windsor volvería a Inglaterra, compraría una finca de campo próxima a Londres -suficientemente distante para aparentar no implicarse en los asuntos internos del país, pero lo bastante cerca para que personas decisivas del establishment fueran allí a tomar el «lunch»- y esperaría. En 1946 la salud de su hermano, Jorge VI, estaba fallando y en 1949 su empeoramiento hacía temer que el Trono recayera de modo inminente en una inexperta joven. Ciertos elementos de la corte hacían correr que la futura Isabel II sería una marioneta en manos de Lord Mountbatten y su sobrino, que se acababa de casar con la Princesa. La regencia caería como fruta madura en manos del Duque de Windsor, quien podría perpetuarse en el Trono si sabía jugar bien todas sus cartas. Ese era el plan, pero nada salió de ese modo.
El Duque de Windsor nunca dejó de preocupar al Gobierno de Londres. Primero fue la crisis institucional que provocó su romance con Wallis, con la que pudo casarse tras ser forzado a abdicar; luego siguieron las incómodas actividades exteriores de la pareja, con su visita a Hitler en 1937, y un periplo por el exterior, con recalada en la España de Franco, que no dejaba de levantar suspicacias. Se temía que, en caso de una ocupación de Gran Bretaña por parte de los nazis, Eduardo VIII se prestara a ser reinstaurado, dando legitimidad a los invasores.
En realidad, el verdadero intento de los Duques de Windsor por ocupar el Trono británico se produjo al término de la guerra, como ahora revela la correspondencia que mantuvieron con Kenneth de Courcy, un aristócrata y confidente de ambos que procuró aprovechar sus contactos entre cortesanos y políticos para promover la causa del Rey abdicado. Las cartas, pertenecientes a un legado dejado a una biblioteca de California, han sido halladas por Christopher Wilson, autor de biografías de varios miembros de la Familia Real.
Las cartas, remitidas o recibidas por los Duques de Windsor durante su tiempo de residencia en Francia, comenzaron en la primavera de 1946. Las referencias, primero veladas, fueron luego algo más explícitas, aunque siempre evitando cualquier riesgo de ser acusados de traición. En verano de ese año, Wallis escribió: «Estamos siempre ocupados dando vuelta a las cosas en la cabeza una y otra vez; no hay duda de que algo hay que hacer».
La arterioesclerosis de Jorge VI, quien inesperadamente y con reticencias se había convertido en Rey tras la abdicación de su hermano, se complicó seriamente en 1949, momento en el que el complot estaba ya más maduro. «El Rey está gravemente enfermo y fuera de circulación», escribió De Courcy, «y no volverá a estar en circulación otra vez (...) El Rey afronta la temible tragedia de perder primero una pierna y luego la otra (...) El Rey estará capacitado para hacer extremadamente pocas cosas y además los que están a su alrededor ganarán más y más poder. Puedo decir del modo más confidencial que la regencia ya ha sido discutida y parece suficientemente probable que dentro de poco será nombrado».
De Courcy, sin aclarar los apoyos que había ido recavando, probablemente confiaba de modo ilusorio en el temor que detectaba en los círculos monárquicos a un vacío de poder en el palacio de Buckingham y un posible incremento de influencia del Conde de Mountbatten, a quien se atribuían ambiciones dinásticas.
«No necesito decir», agregaba el aristócrata, «que si la regencia estuviera influida por los Mountbatten, las consecuencias para la dinastía sería fatal (...) Los Mountbatten, completamente bien informados de la situación, harán cualquier cosa en su poder por aumentar su influencia». En ese momento, la Princesa de Gales contaba con apenas 23 años, cuatro menos de los que hoy tiene el príncipe Guillermo. El hecho de ser joven y mujer, supuestamente incapaz de liderar una país salido de la guerra, hacía prever un reinado débil y sometido a influencias.
La gran oportunidad había llegado, y era descrita extensamente en una carta a la Duquesa de Windsor, que la situación presentaba como la gran rival de su sobrina política: Wallis contra Isabel, la mujer madura y experimentada frente a la inexperta heredera. «Me gustaría ver que tú y el Duque», continuaba De Courcy pormenorizando su plan, «compráis una propiedad en el campo en algún lugar cercano a Londres, que el Duque dedique gran parte de su tiempo a agricultura experimental en los aspectos más avanzados. Esto ejercería un gran atractivo sobre el país. Debería haber un rígido rechazo a ser visto en sitios que pudieran dar a los enemigos la más mínima oportunidad para lanzar una propaganda de play-boy (...) Vuestra propiedad debería estar suficientemente cerca de Londres para hacer posible que la gente fuera en coche para comer, y la lista de invitados debería ser considerada cuidadosamente».
Pero lo que el complot no podía controlar era la salud de Jorge VI, y aquí los conspiradores perdieron la partida. El Monarca experimentó una mejora temporal y pudo vivir, «andando con la muerte», como lo describió Winston Churchill, hasta el 6 de febrero de 1952. Entonces a punto de cumplir 26 años y con una acelerada pero concienzuda preparación, Isabel II ascendió al trono sin que nadie planteara la posibilidad de una regencia.
Truncadas sus ilusiones, Wallis proyectó su odio hacia los británicos. «Odio ese país. Lo odiaré hasta que me vaya a la tumba», afirmó cuando sus opciones se habían esfumado, según una biografía publicada en 2005 por Charles Higham. La Duquesa no acudió al entierro de su cuñado, y tanto ella como su marido se quedaron en París el día de la coronación de Isabel II. Su vida continuó entre la capital francesa, Nueva York y Palm Beach. Él murió de cáncer en 1972, a los 77 años; ella vivió hasta 1986. Ambos fueron enterrados en los dominios del castillo de Windsor, en un cementerio para miembros de la realeza, pero no soberanos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Franco era tremendamente críptico y complejo, muy celoso de su poder.

ABC Saludo entre Franco y Hitler en la Entrevista de Hendaya el 23 de octubre de 1940

MANUEL DE LA FUENTE MADRID ABC.es 16.12.2009
Eran tiempos muy duros. España acababa de sufrir una guerra atroz que había dejado nuestra tierra en los huesos, hambrienta y martirizada. Europa sentía sobre su milenaria piel la contienda más terrible que nunca habían visto ojos humanos: la Segunda Guerra Mundial. En aquellos años, nuestro país estuvo colocado entre la espada del nazismo y la pared de los Aliados que habían desembarcado en el Norte de África. Y, en medio, Franco, cargado de una escasa artillería ideológica pero siempre dispuesto a pactar y contemporizar con tal de mantener su Régimen, en el que tampoco faltaban las luchas intestinas.
Sobre tan dificilísimo momento de la vida española arroja nuevas luces «Entre la Antorcha y la Esvástica. Franco en la encrucijada de la II Guerra Mundial» (Ed. Actas), libro del historiador y colaborador de ABC Emilio Sáenz-Francés San Baldomero, con abundante material inédito, en gran parte procedente del Archivo de ABC.
-Este período no parece muy conocido en España.
-La política exterior española durante la II Guerra Mundial es un terreno mucho más complejo de lo que se ha creído, al que hay que empezar a liberar de tópicos interesados. Muchos han visto estos años como un terreno propicio para demonizar a Franco o para elevarlo a los altares por su clarividencia.
-¿Ha sido difícil dar con la documentación que aporta?
-A la documentación hay que perseguirla. Es como salir de caza. En los años que he dedicado a esta investigación he recopilado más de 20.000 documentos originales, gran parte inéditos. Con ello creo que queda claro que ningún estudio puede presumir de poder cerrar la investigación sobre un periodo histórico. Eso es imposible.
-¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
-El hallazgo de las Memorias Secretas del embajador alemán en España Hans Adolf von Moltke. Es un texto de la máxima importancia que me permitió abrir una línea nueva en la investigación sobre la política del III Reich con respecto a España desde una perspectiva novedosa y muy reveladora.
-¿Franco actuaba solo, de forma personalista, o se dejaba influir?
-Franco era tremendamente complejo y críptico. Creo que no despreció los consejos de fuera, pero también se volvió mucho más independiente, seguro de sí mismo. Fue siempre muy celoso de su poder, no le gustaba en absoluto que nadie en el régimen se hiciese demasiado presente, o se creyese imprescindible... y actuase como tal.
-En el régimen convivían diversas fuerzas. ¿Existían fricciones?
-Sí. El Régimen Franquista era todavía un horno de pasiones enfrentadas y de proyectos contradictorios. La guerra excitó esa realidad, lanzó a sectores (minoritarios) de la Falange a una carrera que a veces fue desesperada por el poder, en la que la Embajada Alemana jugó un papel clave. El Ejército, en su mayor parte más decimonónico y alfonsino que, aún franquista, no estaba dispuesto a dejarse avasallar. Los monárquicos esperaban su oportunidad. Franco demostró ser -con mucho- el más hábil... o, como dijo José Antonio Girón: «Paso de buey, vista de halcón, diente de lobo... y hacerse el bobo».
-¿España pudo ser invadida?
-Cuando, en otoño de 1943, se produce el desembarco aliado en el norte de África (Operación Antorcha), España pasó a verse amenazada, por el sur por los Aliados, y en el norte por unas divisiones alemanas que comenzaron a generar una enorme inquietud en Madrid. Los Aliados no simpatizaban con Franco, pero entre sus objetivos -si España se mantenía fuera de la guerra- no entraba una acción contra él, aunque se prepararon planes muy minuciosos para contrarrestar una reacción hostil. En el caso del Eje, los italianos eran conscientes de que, si África caía, el siguiente paso de los Aliados sería Italia. Y el mejor medio de evitarlo era una acción a través de la Península Ibérica. En Berlín se compartía ese punto de vista, y comenzaron a prepararse planes de invasión... Pero Hitler sólo tenía una preocupación que ya no le abandonaría: Rusia.

martes, 15 de diciembre de 2009

Los seres humanos ya habitaban el techo del mundo en el paleolítico

Una mujer en la meseta china de Qinghai

EP PEKIN ABC.es 14.12.09

Estudios genéticos realizados por el Instituto de Zoología de Kunming han permitido a científicos chinos descubrir que en el final de la Era Paleolítica los seres humanos colonizaron la meseta de Qinghai en el Tíbet, conocida como «el techo del mundo» y que tiene un promedio de 4.000 metros de altura.
«A través del análisis de herramientas de la Era Paleolítica excavadas de la meseta varios años atrás, los arqueólogos han llegado a considerar la posibilidad de que seres humanos hayan habitado la meseta hace 30.000 años», ha informado la investigadora del Instituto de Zoología de Kunming, subordinado a la Academia de Ciencias de China, Zhao Mian, a la agencia china de noticias Xinhua.
Los científicos centrados en el estudio de la genética han intentado precisar cuándo se establecieron los seres humanos modernos en la meseta mediante componentes hallados en los genes de los tibetanos actuales. «Pero debido a la escasez de muestras de ADN de tibetanos, especialmente de aquellos que efectivamente habitan en la región autónoma del Tíbet(. . . ) los expertos no han logrado determinar si la raza tibetana tiene componentes de esa antigua 'generación' en sus genes», ha explicado Zhao.
El ADN mitocondrial, que se encuentra en las hembras, es un medio para descubrir nuestros ancestros y permite establecer el origen de muchas especies. «Nuestros resultados confirman que la gran mayoría de los componentes matrilineales tibetanos tienen sus ancestros en inmigrantes Epipaleolíticos y Neolíticos de lo que hoy es el norte de China, es decir hace cerca de 10.000 años, lo que coincide con otros estudios realizados anteriormente», ha sostenido la investigadora Zhao.
Otro de los hallazgos del grupo científico chino es un nuevo haplogrupo, el M16, que sirve para definir los grupos ancestrales y las poblaciones genéticas de los seres humanos. «A diferencia de los componentes matrilineales tibetanos heredados de los inmigrantes del norte de China, los M16 se ramificaron directamente de los componentes genéticos de los ancestros de los euroasiáticos modernos», ha apuntado Zhao.
El haplogrupo M16 representa una «reliquia genética» que procede de aquellos que habitaron la meseta en la Era final del Paleolítico y que aclara la fecha exacta del asentamiento. También el descubrimiento de huellas humanas de la era Paleolítica en la provincia de Lhasa apoya los resultados de la investigación. «La edad de las reliquias es similar a la de los M16, por lo que creemos que eso, en cierto modo, respalda los resultados de nuestra investigación», ha agregado Zhao.
Los descubrimientos realizados por el grupo chino y el artículo de Zhao Mian será publicados en una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

mujer en la meseta