domingo, 21 de marzo de 2010

El enigma de las 19 novias del Dolmen de Montelirio

Huesos y pigmentos localizados en la tumba.- JAVIER BARBANCHO Dolmen de Montelirio enclavado en el municipio sevillano Castilleja de Guzmán.- JAVIER BARBANCHO


SANTIAGO BELAUSTEGUIGOITIA ELPAÍS.es 18/03/2010
Las mujeres de un tipo poderoso tenían que morir con él. Y corrían su misma suerte tras ser envenenadas. Muy probablemente lo hacían por voluntad propia; por acompañar al gran personaje al más allá. También se dejaban matar algunos hombres si deseaban servir a su señor en los mundos de ultratumba. Suena a leyenda, pero es la conclusión a la que ha llegado un grupo de arqueólogos, que apunta a que estos rituales funerarios prehistóricos se producían muy cerca de la actual ciudad de Sevilla hace más de 4.500 años.
Han hallado restos del enterramiento de un grupo de 19 mujeres, de entre 20 y 30 años, junto a alguien lleno de poder, de unos 40 años, en las excavaciones del Dolmen de Montelirio, situado en el municipio de Castilleja de Guzmán. Las excavaciones, promovidas por la Junta de Andalucía, empezaron el pasado julio y terminaron a principios de este año. Especialistas de las universidades de Sevilla y Huelva analizan ahora los huesos, pigmentos, flora y otros materiales hallados en la tumba.
El Dolmen de Montelirio se sitúa en el punto más alto de una zona de la comarca del Aljarafe. Una tumba que domina el río Guadalquivir. Se enclava, pues, en un lugar lleno de simbolismo y fuerza espiritual. La superficie de la zona de excavación es de algo más de 200 metros cuadrados. La cámara grande del enterramiento tiene un diámetro máximo de 4,75 metros (en ella están enterradas las 19 mujeres). La cámara pequeña (lugar donde descansó para siempre el jefe, reyezuelo u hombre principal) cuenta con un diámetro máximo de 2,70 metros. El corredor que da acceso a las cámaras tiene 32 metros de largo (allí fueron enterrados tres guardianes).
El arqueólogo y director de la excavación, Javier Verdugo, no puede ocultar el asombro que le ha producido este hallazgo. "Entre los años 2900 y 2500 antes de Cristo había una sociedad que habitaba lo que ahora es el Aljarafe. Esta sociedad llevó a cabo la construcción de un monumento funerario y una ceremonia de enterramiento de un señor muy importante y su séquito. Este hombre fue enterrado junto a su séquito, sus esposas, sus concubinas o como queramos llamar a este grupo", explica Verdugo, que es jefe del Servicio de Planificación y Evaluación de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta.
"Cuando se produjo la muerte del señor, éste fue enterrado con su ritual. Pero aquí, en Sevilla, lo que es sorprendente es que aparece algo que nunca habíamos visto en una cultura megalítica occidental, cuyos vestigios se extienden por Irlanda, Inglaterra, la península Ibérica y el norte de África. Y es que aparecen dos cámaras. Una de ellas con un señor principal. Y otra tumba en la que hay 19 mujeres. No teníamos pruebas de este ritual en la cultura megalítica occidental", comenta Verdugo, que ve "paralelismos" entre el dolmen y la tumba de Ur (Mesopotamia).
Uno de los grandes enigmas es cómo murieron las 19 mujeres y los tres guardianes. "Los indicios apuntan a que no los mataron de forma violenta. Lo más normal es que los dejaran dormidos en el sueño eterno con una droga", afirma Verdugo. Y, de esta forma, 19 mujeres y tres hombres murieron voluntariamente (o los mataron) en honor de alguien lleno de poder.

sábado, 13 de marzo de 2010

Los neandertales no convivieron con el homo sapiens en la Península Ibérica

11.03.2010 ABC.es
Un estudio realizado por investigadores del Centro de Estudios de Patrimonio Arqueológico de Prehistoria de la Universitat Autnoma de Barcelona (UAB) defiende la hipótesis de que la población de neandertales y homo sapiens no convivieron ni se relacionaron durante su estancia en la Península Ibérica, lo que aporta luz a una importante discusión en la paleoantropología actual.
Según el estudio --publicado el «Journal of Human Evolution» y coordinado el catedrático de Prehistoria Rafael Mora--, ambas especies no interaccionaron, a pesar de que no se puede descartar que habitaran en una misma zona geográfica durante el periodo comprendido entre los 40.000 y 30.000 años.
Para los investigadores, estas especies no convivieron porque los materiales encontrados en los registros arqueológicos de la Cova Gran (Lleida) atribuibles al homo neanderthalensis y al homo sapiens se encuentran separados por un estrato estéril de sedimentos que permite diferenciarlos.
Además, un análisis detallado de los restos líticos permite reconocer importantes diferencias en su elaboración, lo que implica que fueron realizadas por especies diferentes.
Por ello, los investigadores afirman que la Cova Gran fue habitada sucesivamente por poblaciones de neandertales y de homo sapiens, que empleaban técnicas y materias primas diferenciadas.
El estudio discute también la «absoluta» validez del método de datación Carbono 14, habitualmente usado para datar los restos del paleolítico medio, ya que las fechas ubicadas entre los 40.000 y los
30.000 años de antigüedad no pueden considerarse años históricos.
El isótopo del Carbono 14 se desintegra de forma regular, pero a partir de los 30.000 años su presencia en las muestras datadas es residual y, en muchas ocasiones, estas muestras han sido sometidas a procesos de alteración difíciles de identificar.
Por ello, muchas de las fechas habitualmente empleadas para sostener afirmaciones arqueológicas sobre el paleolítico medio pueden corresponder a muestras contaminadas.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Los neandertales comían de tapas en "la cama".

La zona de descanso en Abric Romaní. Foto: Gerard Campeny / IPHES

Rosa M. Tristán ELMUNDO.es 19/02/2010
Los neandertales que habitaron en el yacimiento de Abric Romaní, en Barcelona, no sólo tenían organizado su hogar para que fuera lo más cómodo posible, sino que también lo hacían con la intendencia, y guardaban los restos de las comidas para tomarse 'unas tapas' de forma independiente a la comida.
Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado los investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), tras la campaña del último verano en el municipio de Capellanes, donde se encuentra el yacimiento.
Los investigadores han descubierto que los neandertales que, hace 55.000 años, habitaron en este abrigo tenían una considerable complejidad organizativa: dividían el espacio según las zonas de uso. De hecho, tenían un área destinada únicamente como dormitorio de descanso, que era la más interior y, por tanto, más protegida. Se trata de un tipo de habitación que, hasta ahora, sólo se había documentado en los 'Homo sapiens'.
El paleontólgojo Josep Vallverdú, uno de los autores del trabajo que han publicado en 'Current Anthropology' sobre este yacimiento, explica que en ese espacio sólo hay restos arqueológicos que indican que allí se hacía fuego, para mantenerse en calor.
Especifica que, por la distancia entre las hogueras, se calcula que cabrían allí entre seis y ocho individuos, en un espacio de entre 10 y 15 metros cuadrados, es decir, casi un fuego por metro. Curiosamente, en otras zonas del mismo abrigo, las hogueras se utilizaban de otra manera.
Estas áreas dormitorio y de descanso también tomaban pequeños 'tentempiés' o 'tapas' a partir de las sobras de comida del día anterior, un comportamiento que también se ha observado en poblaciones primitivas actuales.
Los neandertales de Abric Romaní también cubrían el suelo con pieles, según explicaba Eudald Carbonell a ELMUNDO.es hace unos meses; encima ponían limo o arena y hacían sus hogueras. De ese modo, cuando éstas se apagaban podían sacar las cenizas de las cuevas con facilidad.

martes, 2 de marzo de 2010

El anodino encuentro entre Franco y Mussolini

ISRAEL VIANA ABC.es 12-02-10
Tan sólo tres meses y medio después de la histórica entrevista de Franco con Hitler en Hendaya, el Caudillo se reunía, en la localidad italiana de Bordighera, con el otro gran dictador europeo: Benito Mussolini. Ambos encuentros representaban el interés de las dos principales potencias del Eje para que España interviniera en la Guerra Mundial, pero el dictador español supo evitar un compromiso que, con toda seguridad, habría consumado, por mucho tiempo, la ruina de un país ya desagrado por la Guerra Civil.
A diferencia de la entrevista con el Führer –en la que éste prometió a Franco un lugar importante en el nuevo Orden Europeo si le ayudaba–, el encuentro entre el Caudillo y el Duce, el 12 de febrero de 1941, fue calificado por el historiador inglés Paul Preston, en la Tercera de ABC, como «anodino».
Una reunión intrascendente que quedó recogido en ABC con la frivolidad y adulación al dictador propia de la prensa oficial del régimen: «El contacto personal de los dos grandes jefes de los pueblos mediterráneos se desarrolló en términos de auténtica amistad. No es aventurado suponer que la más resuelta sinceridad habrá presidido las conversaciones de las personalidades reunidas», podía leerse, junto a otras informaciones vacías como que «de lo tratado en la reunión nada se conoce, como es natural, aparte de lo que el comunicado correspondiente señala» o «más de tres horas se prolongó la entrevista de las tres personalidades, y a la salida de ella, se pudo apreciar en los rostros de los reunidos la satisfacción». Es decir, nada de nada.
Según Preston, «en Bordighera, después de los reveses militares sufridos por Italia en los Balcanes y en África del Norte, el Caudillo encontró a Mussolini deprimido y muy envejecido». Esto debió influir en que el Duce, con las defensas bajas, acabara alentando a Franco de que no entrara en la guerra del lado de Italia, Alemania y Japón... justo los contrario del objetivo principal de aquel encuentro alentado por Hitler.
«¿Cómo se puede impulsar a la guerra a una nación que tiene reservas de pan para un día?», dijo a su propio estado mayor, en una actitud muy diferente a la que había mostrado un Führer, resignado, en Hendaya: «Prefiero que me saquen todos los dientes de la boca a tener otro encuentro con ese hombre».
España se encontraba, efectivamente, en la ruina tras el conflicto, con una acuciante escasez de alimentos y combustible, lo que no impidió a Franco, sobre todo al principio de la guerra –cuando la derrota francesa condujo a las tropas nazis hasta la frontera española–, mostrar su amistad con la Alemania e Italia fascistas, que tanto le habían ayudado durante la Guerra Civil.
Esta admiración, sobre todo por el Duce –al que Franco encontró «viejo» y «deprimido», pero al que aún consideraba «la mayor figura política del mundo»–, no fue suficiente argumento para que el Caudillo se implicara en una guerra que habría resultado suicida. Así concluyó aquella reunión histórica... amigos, pero no hermanos; juntos, pero no revueltos.