Alberto Ojeda. 29/11/2010 elmundo.es
Hugh Thomas (Windsor, 1931) sigue siendo "feliz" cuando atraviesa el umbral del Archivo de Indias en Sevilla. “Es como entrar en un templo para un historiador”, explica esta mañana fría de noviembre en que ha venido a Madrid para presentar El Imperio español de Carlos V, su segundo tomo sobre el periodo en el que en los dominios españoles el sol no lograba nunca ponerse del todo. Este hispanista británico de cabello cano y algo alborotado, con un aire profesoral que infunde el máximo respeto, lleva décadas libando los papeles añejos de este archivo y otros como el de la Biblioteca Nacional. De ese esfuerzo cotidiano ha extraído material suficiente para levantar una imponente obra sobre la historia de nuestro país, en la que sobresale La guerra civil española, un clásico sobre el conflicto fratricida, y sus investigaciones sobre la Conquista de América y el Imperio Español de los Austrias.
Pregunta.- ¿Le dio Carlos V al Nuevo Mundo la importancia que merecía, o estuvo demasiado centrado en los conflictos del Viejo?
Respuesta.- Le ocupó menos tiempo del que se pueda pensar. Sólo se preocupaba de aspectos concretos que tenían especial relevancia, como por ejemplo el oro que venía del Perú, porque sabía que podía jugar un papel muy importante. También se mostró muy crítico con Pizarro cuando éste ejecutó a Atahualpa. Él pensaba que bajo ningún concepto se podía matar a un monarca. Fue bastante sensible con los indígenas. Cuando le presentaron en la corte un grupo de ellos, rápidamente les envió al sastre para que no padecieran el frío. Además, fue muy receptivo a las tesis de Bartolomé de las Casas que exigían un trato digno para los indios.
P.- ¿Cuál es la importancia de su legado de cara a la posterior construcción de la unidad de Europa?
R.- En un momento difícil como el actual para Europa podríamos recurrir más a su ejemplo. Él fue un pionero en la intención de superar las barreras entre los diferentes reinos europeos, sobre todo tras su coronación como Emperador en Aquisgrán. Yo soy un gran europeísta, en contraste con gran parte de mis compatriotas y a Carlos V lo tengo por un precedente positivo en la construcción de la Unión Europea. De él, al contrario que de Hitler y Napoleón, se puede hablar bien en este sentido.
P.- ¿A lo largo de estos años de investigación ha cambiado mucho su visión de Carlos V?
R.- No, en realidad no. Él recibió un fuerte influjo del erasmismo en los años 20 de la mano de su confesor. Por eso colocó a Alonso Manrique de Lara, otro erasmista y hermanastro de Jorge Manrique, al frente de la Santa Inquisición. Luego su responsabilidad en el trono le hizo endurecerse en la defensa del catolicismo. Y fue monarca peculiar al decidir jubilarse, algo que no suelen hacer los reyes, pero es que él sufría tremendamente a causa de la gota.
P.- ¿Cuáles son los grandes logros de su reinado?
R.- La promulgación de leyes protectoras de los indígenas, influido por Bartolomé de las Casas. También su tolerancia hacia los comuneros de Castilla. No se cebó en la represión, apenas murieron unos 100, una cifra mínima si las comparamos con los conflictos del siglo XX. Y las grandes conquistas en América: la del Perú fue la más importante, pero también se produjo la de Chile con Valdivia, la de Colombia con Jiménez Quesada, la expansión al otro lado del río de la Plata con los Mendoza, la gran familia de la época...
P.- ¿Y los principales reproches que se le podrían formular?
R.- No tener una conciencia clara de la magnitud de su Imperio y pensar en América como un lugar básicamente para extraer oro y riqueza. Casi todos lo objetos que las culturas precolombinas elaboraron con este material fueron fundidos. Hoy es muy difícil encontrar piezas de oro procedentes de México o del Perú. En general, los conquistadores se interesaron poco en conocer estas culturas.
P.- ¿En qué estado estaba su conciencia cuando agonizaba en Yuste?
R.- Debía de tener una molesta sensación de fracaso. Su proyecto de unificación europea a través del catolicismo sufrió muchas derrotas a manos protestantes. Aunque en Castilla logró establecer un sistema de gobierno muy eficaz mediante los consejos.
P.- Su tercer tomo sobre el Imperio Español culmina cuando Felipe II desiste de conquistar China. ¿Fue una idea que llegó a considerar seriamente?
R.- Recibió una carta del gobernador y el arzobispo de Filipinas en la que ambos le comentaban que si les enviaba 5.000 hombres y 30 buques podrían hacer con China lo que Cortés había hecho en México. Sin embargo, Felipe II nunca llegó a responder a esa carta.
P.- ¿Diría que su amor España es comparable al amor de pareja: arrebatado y pasional al principio y más sereno y racional después?
R.- Es una pregunta muy difícil de contestar. Lo que sí puedo decir es que mi amor a España continua siendo muy profundo.
Hugh Thomas (Windsor, 1931) sigue siendo "feliz" cuando atraviesa el umbral del Archivo de Indias en Sevilla. “Es como entrar en un templo para un historiador”, explica esta mañana fría de noviembre en que ha venido a Madrid para presentar El Imperio español de Carlos V, su segundo tomo sobre el periodo en el que en los dominios españoles el sol no lograba nunca ponerse del todo. Este hispanista británico de cabello cano y algo alborotado, con un aire profesoral que infunde el máximo respeto, lleva décadas libando los papeles añejos de este archivo y otros como el de la Biblioteca Nacional. De ese esfuerzo cotidiano ha extraído material suficiente para levantar una imponente obra sobre la historia de nuestro país, en la que sobresale La guerra civil española, un clásico sobre el conflicto fratricida, y sus investigaciones sobre la Conquista de América y el Imperio Español de los Austrias.
Pregunta.- ¿Le dio Carlos V al Nuevo Mundo la importancia que merecía, o estuvo demasiado centrado en los conflictos del Viejo?
Respuesta.- Le ocupó menos tiempo del que se pueda pensar. Sólo se preocupaba de aspectos concretos que tenían especial relevancia, como por ejemplo el oro que venía del Perú, porque sabía que podía jugar un papel muy importante. También se mostró muy crítico con Pizarro cuando éste ejecutó a Atahualpa. Él pensaba que bajo ningún concepto se podía matar a un monarca. Fue bastante sensible con los indígenas. Cuando le presentaron en la corte un grupo de ellos, rápidamente les envió al sastre para que no padecieran el frío. Además, fue muy receptivo a las tesis de Bartolomé de las Casas que exigían un trato digno para los indios.
P.- ¿Cuál es la importancia de su legado de cara a la posterior construcción de la unidad de Europa?
R.- En un momento difícil como el actual para Europa podríamos recurrir más a su ejemplo. Él fue un pionero en la intención de superar las barreras entre los diferentes reinos europeos, sobre todo tras su coronación como Emperador en Aquisgrán. Yo soy un gran europeísta, en contraste con gran parte de mis compatriotas y a Carlos V lo tengo por un precedente positivo en la construcción de la Unión Europea. De él, al contrario que de Hitler y Napoleón, se puede hablar bien en este sentido.
P.- ¿A lo largo de estos años de investigación ha cambiado mucho su visión de Carlos V?
R.- No, en realidad no. Él recibió un fuerte influjo del erasmismo en los años 20 de la mano de su confesor. Por eso colocó a Alonso Manrique de Lara, otro erasmista y hermanastro de Jorge Manrique, al frente de la Santa Inquisición. Luego su responsabilidad en el trono le hizo endurecerse en la defensa del catolicismo. Y fue monarca peculiar al decidir jubilarse, algo que no suelen hacer los reyes, pero es que él sufría tremendamente a causa de la gota.
P.- ¿Cuáles son los grandes logros de su reinado?
R.- La promulgación de leyes protectoras de los indígenas, influido por Bartolomé de las Casas. También su tolerancia hacia los comuneros de Castilla. No se cebó en la represión, apenas murieron unos 100, una cifra mínima si las comparamos con los conflictos del siglo XX. Y las grandes conquistas en América: la del Perú fue la más importante, pero también se produjo la de Chile con Valdivia, la de Colombia con Jiménez Quesada, la expansión al otro lado del río de la Plata con los Mendoza, la gran familia de la época...
P.- ¿Y los principales reproches que se le podrían formular?
R.- No tener una conciencia clara de la magnitud de su Imperio y pensar en América como un lugar básicamente para extraer oro y riqueza. Casi todos lo objetos que las culturas precolombinas elaboraron con este material fueron fundidos. Hoy es muy difícil encontrar piezas de oro procedentes de México o del Perú. En general, los conquistadores se interesaron poco en conocer estas culturas.
P.- ¿En qué estado estaba su conciencia cuando agonizaba en Yuste?
R.- Debía de tener una molesta sensación de fracaso. Su proyecto de unificación europea a través del catolicismo sufrió muchas derrotas a manos protestantes. Aunque en Castilla logró establecer un sistema de gobierno muy eficaz mediante los consejos.
P.- Su tercer tomo sobre el Imperio Español culmina cuando Felipe II desiste de conquistar China. ¿Fue una idea que llegó a considerar seriamente?
R.- Recibió una carta del gobernador y el arzobispo de Filipinas en la que ambos le comentaban que si les enviaba 5.000 hombres y 30 buques podrían hacer con China lo que Cortés había hecho en México. Sin embargo, Felipe II nunca llegó a responder a esa carta.
P.- ¿Diría que su amor España es comparable al amor de pareja: arrebatado y pasional al principio y más sereno y racional después?
R.- Es una pregunta muy difícil de contestar. Lo que sí puedo decir es que mi amor a España continua siendo muy profundo.
1 comentario:
l'espagne est une beau et grand pays du coté catalan
les gens y parlent doucement
et clairement
un autre Baiser je depose ici Diego
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