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miércoles, 10 de octubre de 2012

Caral: la civilización de la paz

María Verza. México DF http://www.elmundo.es/elmundo/

Cuando se estaban construyendo las pirámides de Egipto, cuando se desarrollaba la civilización china, la sumeria o la india, hace 5.000 años, surgía en un páramo desértico de las estribaciones de los Andes peruanos la civilización más antigua de América: Caral. Este pueblo conocía la genética, la predicción climática, la ingeniería antisísmica y, a diferencia de las civilizaciones contemporáneas del 'viejo mundo', no hacía la guerra, simplemente comerciaba y disfrutaba de la vida.
En 1994, la arqueóloga peruana Ruth Shady descubrió este sitio arqueológico, 180 kilómetros al norte de Lima y declarado por la UNESCO en 2009 Patrimonio de la Humanidad. Este lugar de aspecto lunar en la costa peruana es todavía un gran desconocido para el público no especializado fuera de su país. Sin embargo, rompió muchos paradigmas.
"En América también hubo capacidad de crear civilizaciones, como en el viejo continente, no íbamos rezagados y eso es todo un símbolo para afianzar nuestra identidad cultural y para reflexionar sobre el ser humano", enfatiza Shady a su paso por México, donde fue invitada esta semana a dar varias conferencias.
Pero, además, un distintivo de Caral es que no se encontraron vestigios de guerra o conflictos, un factor que los científicos consideraban la causa más probable del origen de las civilizaciones.
"Buscábamos armas, que era lo habitual y encontramos... ¡flautas hechas de huesos de cóndor y cornetas!", afirma.
Era una sociedad muy organizada y con un gran desarrollo de la sociedad civil. "No tenían ningún interés por la guerra y sí una visión mucho más armoniosa de la vida que la que tiene la sociedad actual, tal vez porque observaron el espacio sideral y vieron que la Tierra era un punto en el universo", comenta la investigadora en entrevista con ELMUNDO.es.
La civilización Caral, cuya antigüedad han confirmado 130 dataciones por carbono 14, perduró durante un milenio y se desarrolló en un terreno hostil que supo adaptar a sus necesidades, con ríos que la rodeaban y el Pacífico a poco más de 20 kilómetros. Sus habitantes vivían del comercio (conectaron la costa con la selva y la sierra) y se dedicaban al conocimiento y a la producción de tecnología que mejorara la calidad de vida de la sociedad.
Su principal fuente de proteínas era el pescado pero también cultivaban patatas, utilizaban la lana y la alpaca, usaban drogas no sólo con fines medicinales, les preocupaba el arte y tenían un fuerte sentimiento religioso en el que el fuego y la música eran dos elementos clave.
"El estado cumplía la función de administrador del agua y había especialistas a tiempo completo en funciones que no eran de producción", como la observación del universo, la predicción del clima o la ingeniería.
En casi dos décadas de trabajo de Shady y su equipo multidisciplinar -que comenzaron casi en medio de la incredulidad, con el Ejército peruano sacando la tierra a cubos bajo un sol matador- se ha desenterrado una de las pirámides más grandes del mundo, construcción principal de la conocida como 'ciudad sagrada', una enorme plaza pública, anfiteatros y varios centros urbanos levantados en torno a la ciudad central.
Entre los hallazgos más sorprendentes, la arqueóloga destaca la construcción de edificios públicos con plataformas escalonadas donde pusieron bolsas de fibra resistente llenas de piedras para que, ante un terremoto, la fuerza del sismo se repartiera. "Hemos tardado 5.000 años en llegar al mismo conocimiento, de hecho investigadores japoneses vinieron a Perú después del gran terremoto de hace año y medio a analizar esas bolsas".
Otro logro fue el algodón de colores. "Caral había logrado semillas de algodón natural pero rojo, marrón o beige por las que ahora se interesan muchas compañías".
Pasados mil años de paz y prosperidad, las ciudades fueron enterradas y abandonadas. "Todavía no sabemos muy bien el porqué pero creemos que los motivos fueron cambios climáticos muy fuertes, primero terremotos, luego aluviones, grandes lluvias y finalmente una sequía muy prolongada de 60 a 130 años". Un ciclo similar, dice, al que parece que se está viviendo en la actualidad.
Entre las muchas cosas que quedan por averiguar, la arqueóloga destaca las relaciones que pudo tener Caral con civilizaciones posteriores como los incas o los olmecas, o traducir el 'quipu' encontrado, un sistema de cuerdas anudadas con el que se registraba la información y que todavía no ha sido descifrado. Otra asignatura pendiente es la divulgación, sobre todo fuera de Perú, de todos los resultados de la excavación, bien a través exposiciones o de conferencias.
"La arqueología no se queda en el pasado, la arqueología tiene que vincularse con el presente y eso es lo que nosotros tratamos que hacer, provocar reflexión", señala Shady. Y su lección es clara: tenemos mucho que aprender de la primera civilización que vio la luz en América.



jueves, 24 de marzo de 2011

América pudo haber sido poblada antes de lo que se creía

Michael R. Waters. Algunos de los artefactos encontrados en Texas
ABC.es 24-3-2011
Los primeros pobladores de América pudieron llegar hace 15.000 años al continente, según un estudio de la Universidad Texas A&M en College Station (Estados Unidos) que se publica en la revista 'Science'. Los investigadores han descubierto decenas de miles de artefactos humanos en una capa de tierra que se encuentra directamente bajo un conjunto de reliquias Clovis en Texas, lo que amplía las evidencias de que otras culturas precedieron a los famosos indígenas Clovis en Norteamérica.
Este conjunto de herramientas pre-Clovis parece tener entre 13.200 y 15.500 años de antigüedad e incluye tecnología de hojas y bifaces que podrían haber sido adoptados más tarde, e incluso mejorados, por la cultura Clovis. Los científicos, dirigidos por Michael Waters, informan de estos 15.528 artefactos, que constituyen lo que los investigadores lamanel Complejo Creek Buttermilk, en el yacimiento arqueológico Debral L. Friedkin.
Las recién descubiertas herramientas son pequeñas y están hechas de sílice, y los investigadores sugieren que fueron diseñadas como un conjunto de herramientas portátil, algo que podía guardarse con facilidad y trasladarse a una nueva localización. Estas herramientas son claramente diferentes de las de Clovis aunque comparten algunas similitudes.
En el pasado, los investigadores han discutido que la población Clovis constituyeron los habitantes humanos más antiguos de América. Este modelo "Primero los Clovis" teoriza que la población Clovis llegó al Nuevo Mundo de Asia Nororiental cruzando el Puente de Tierra de Bering, que conectó una vez Asia y Norteamérica. Sin embargo, este nuevo yacimiento en Texas implica que las herramientas Clovis podrían haber evolucionado de las descubiertas en el Complejo Buttermilk Creek y que la cultura Clovis probablemente se desarrolló en Norteamérica.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Los humanos primitivos comían cereales procesados hace 100.000 años en África

Herramientas de la edad de piedra para procesar cereales descubiertas en la cueva de Ngalue (Mozambique)- GRADY SEMMENS/U.CALGARY

EL PAIS.es 22/12/2009
Unos restos de sorgo hallados en Mozambique son la prueba más antigua del consumo de granos por parte del "Homo sapiens".
El consumo de cereales salvajes por parte de los humanos primitivos es mucho más antiguo de los que se creía, a la vista de unos restos de sorgo descubiertos en un yacimiento arqueológico de Mozambique y datados en 100.000 años, un tiempo en el que hasta ahora se pensaba que el Homo Sapiens sería más bien recolector de frutos secos y frutas.
El arqueólogo Julio Mercader (Universidad de Calgary, Canadá) ha encontrado abundantes residuos de grano en unos instrumentos de piedra que estaban en la cueva de Ngalue y explica en la revista Science que debe ser harina de sorgo salvaje, lo que implica que aquellos humanos habían incorporado estos productos a la dieta. Es la prueba directa más antigua del consumo humano de cereales preagrícolas en el mundo, afirma el investigador.
"Este hallazgo ensancha el marco temporal del uso de semillas de gramíneas por parte de nuestra especie y es una prueba de una dieta variada y sofisticada mucho antes de lo que pensábamos", afirma Mercader. "Fue durante la Edad de Piedra, en una época en que se creía que la recolección de granos salvajes sería una actividad irrelevante, marginal en comparación con las raíces, los frutos secos y las frutas". Según el investigador, las evidencias halladas ahora Mozambique son equiparables a las pruebas de consumo de cereales por parte de los cazadores recolectores en muchas partes del mundo hace unos 12.000 años, solo que en este caso se trata de restos de 90.000 años más.
En la profundidad de la cueva, Mercader ha hallado docenas de instrumentos de piedra, huesos de animales y restos de plantas, lo que apunta hacia prácticas de alimentación en el lugar por parte de aquellos humanos primitivos, explica la Universidad de Calgary en un comunicado. La presencia de harina y de herramientas para moler indica que se llevaba el sorgo a la cueva para ser procesado.
"Se considera que el consumo de harina representa un paso crítico en la evolución humana por lo que supone de mejora de la calidad de la alimentación en la savana y en la selva africana, donde evolucionaron los humanos modernos", explica Mercader. Su hallazgo "puede ser unos los ejemplos más tempranos de esta transformación de la dieta". Es la complejidad técnica y la manipulación culinaria que los cereales exigen para su ingestión lo que hace que su uso sea un paso crítico en la historia de la humanidad.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El suicidio de la cultura nazca

Un autobús recorre la carretera Panamericana que cruza las Líneas de Nazca, en Perú.- AP

JAIME CORDERO Elpaís.com 14/11/2009

El misterioso pueblo preincaico que sembró Perú de geoglifos gigantes desapareció víctima de su propia deforestación.

Aunque nunca fue un imperio, la cultura nazca, que floreció en Perú más de mil años antes que la inca, tiene fama por derecho propio. Los enormes geoglifos que dejaron los nazca en las pampas desérticas del mismo nombre, y que sólo se pueden apreciar plenamente desde una avioneta que los sobrevuele, causan al visitante una mezcla de admiración y misticismo. No ha faltado quien ha sugerido que en realidad son obra de extraterrestres. Lo cierto es que siguen siendo un misterio que intriga a los investigadores, igual que la súbita desaparición de la civilización, alrededor del año 500 después de Cristo. En realidad, se cree que un fuerte fenómeno de El Niño causó severas inundaciones y desencadenó la decadencia de los nazca; pero un reciente estudio sugiere que éstos también tuvieron parte de responsabilidad en lo que bien podría considerarse una de las primeras catástrofes ecológicas causadas por la mano del hombre. La investigación, encabezada por David Beresford-Jones, del Instituto de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge y reseñada recientemente por la revista Nature, sostiene que si los nazca -que eran notables ingenieros hidráulicos- sucumbieron por los deslizamientos e inundaciones provocadas por el fenómeno de El Niño fue porque ellos mismos debilitaron sus suelos al talar extensos bosques, principalmente de huarango -un árbol que puede vivir más de mil años y es clave en su ecosistema-, para dedicar el terreno a cultivos agrícolas. "Siempre se ha recurrido a dramáticos fenómenos climáticos para explicar los cambios culturales en los Andes", señala Beresford-Jones en Nature. "Pero esto no se sostiene, si nos basamos en lo que sabemos sobre la cultura humana. Se da la imagen de una cultura estática, golpeada por acontecimientos sobre los que no tiene control. Los nativos americanos no siempre vivieron en armonía con su entorno". Mediante simulaciones hechas con ordenador, los investigadores muestran que las fuertes lluvias e inundaciones de un Niño severo -como el que efectivamente golpeó la costa peruana en ese tiempo, de acuerdo con los vestigios arqueológicos encontrados en la zona- podrían haber causado graves daños al complejo sistema de canales creados por los nazca para irrigar sus cultivos. Si los efectos fueron devastadores fue porque, al talar los bosques, los nazca eliminaron el complejo sistema de raíces que mantenía firme el suelo de sus valles. "Cuando El Niño llegó, se llevó consigo el suelo de la planicie, debido a que éste ya no era sostenido por el bosque. Esto causó la erosión y volvió inservibles los sistemas de irrigación", explica Beresford-Jones. Para corroborar esta tesis, Alex Chepstow-Lusty, paleoecólogo que trabaja en el Instituto Francés de Estudios Andinos, analizó muestras de polen de uno de los valles. El resultado dejaba claro que, mientras que los vestigios más antiguos correspondían a árboles como el huarango, las muestras posteriores pertenecían a cultivos como el maíz y el algodón. Después hay un cambio dramático: los sembrados desaparecen y son reemplazados por la mala hierba, la evidencia del desastre natural. Ésta finalmente también desapareció y dejó el terreno como está en la actualidad: convertido en un desierto. A juzgar por lo que se puede ver hoy día en la región costera de Ica, de poco sirvió la experiencia de los nazca, porque la devastación de los bosques secos continúa hasta nuestros días y ha llevado al huarango al borde de la extinción. Los oasis de huarango que consignaron los primeros colonizadores españoles en sus crónicas, mil años posteriores al desastre de los nazca, ya no existen. El árbol es ahora derribado en minutos para convertir su madera en carbón, pese a que su tala ha sido prohibida por una ley regional. Según explica Consuelo Borda, que trabaja en un proyecto de reforestación que busca salvar los escasos reductos de huarango que aún sobreviven, el 99% de la población original de huarangos en Ica ha desaparecido. "Antes, hace unas décadas, podías encontrar huarangos incluso en el centro de la ciudad y en las acequias de las afueras; ahora se ha depredado tanto que los últimos reductos de bosque están en algunas dunas en el desierto". El huarango es clave en Ica, y no sólo por ser un árbol emblemático de la región, sino también porque su capacidad de adaptarse incluso en los suelos más hostiles ayuda a mantener a raya al desierto. Sus raíces son capaces de penetrar varios metros en el subsuelo hasta llegar a la capa freática; sus hojas atrapan la humedad que proviene del mar y, además, convertidas en hojarasca, se transforman en un importante fertilizante conocido como poña; y su fruto, la huaranga, puede consumirse directamente o convertirse en harina para elaborar otros productos. "Tres años después de sembrado, el huarango empieza a dar sus primeros frutos y puede ser una fuente de ingresos para las familias", indica Consuelo Borda. El proyecto de reforestación, en el que también participan las ONG Asociación para la Niñez y su Ambiente, de Perú, y Trees for Cities, del Reino Unido, ha sembrado hasta el momento cerca de 20.000 huarangos en Ica, y también maneja una concesión forestal de unas 120 hectáreas en Usaca, cerca de la actual ciudad de Nazca. Pero, según Borda, el trabajo va más allá de sólo sembrar nuevos árboles: es necesario educar a la población para que aprecie sus virtudes y los defienda de los carboneros. El trabajo empieza capacitando a la gente para que utilice otros árboles, como el espino -que es capaz de regenerarse con rapidez-, para obtener leña. "Nosotros no plantamos un árbol así no más", añade Borda. "Primero capacitamos a la gente, luego sembramos con ellos". El trabajo empieza con los más pequeños, a los que se les enseña el valor del árbol. Aunque han pasado cerca de 1.500 años desde la catástrofe ecológica de los nazca, quizá sus descendientes aún estén a tiempo de aprender la lección.